Afectividad
La afectividad se puede definir como un conjunto de tendencias (hacia una persona o cosa; unión, vínculo), es decir, predisposición e inclinación a estímulos afectivos para experimentar experiencias y reacciones afectivas; esto es, se produce una reacción positiva y emotiva que causa consecuencias variadas en el cuerpo y la mente.
Este concepto presenta un papel fundamental en el desarrollo de la vida humana: mediante esta habilidad nos relacionamos de una manera u otra con los demás.
En nuestro día a día observamos que la conducta de las personas tiene un objetivo o finalidad, hay una razón o motivo que persigue, mantiene y dirige su acción o fuerza de voluntad, es por ello por lo que la afectividad se aborda a través de tres factores diferentes: sentimientos, emoción Y motivación, para poder desarrollarla y gestionarla.
En numerosos estudios, se ha relacionado la afectividad con la salud, y se podría afirmar que hay una conexión directa entre las dos. Es más, se ha demostrado que el desarrollo de sentimientos y emociones positivas ejerce un papel preventivo respecto a la enfermedad; o lo que es lo mismo, actúa como factor protector de la salud. Esto se explica por el mecanismo de liberación de sustancias a nivel cerebral propias de la felicidad, y estado positivo de la persona.
Fenómenos que componen la afectividad: emociones, sentimientos y pasiones
Por otro lado, si tuviéramos que definir la afectividad de otra manera, diríamos que “es el conjunto de los fenómenos afectivos presentes en el ser humano” y entre ellos encontramos:
1. Las emociones: estado de ánimo, movimiento interior, base de la regulación de nuestro comportamiento. producido por sensaciones, ideas o recuerdos
2. Los sentimientos: algo más duradero en el tiempo y hacen más referencia al pensamiento y a la imaginación que al comportamiento real.
3. Las pasiones: Se trata del impulso que nos lleva a realizar conductas o actos. Se trata de afectos intensos que se centran en personas, lugares o ambientes. Se trata de un proceso humano y esencial. Entre las pasiones más frecuentes encontramos: el amor, el deseo, la esperanza.
Esta afectividad se desarrolla desde la infancia, donde los niños desarrollan vínculos y relaciones afectivas con su entorno tanto familiar, escolar como de amistad y grupo de iguales. Desde bebés, somos intrínsecamente seres sociales, afectuosos. Así se dará paso a experiencias futuras y relaciones basadas en este concepto aprendido que desempeñará un papel crucial para ello.