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Biculturalismo

El uso del término biculturalismo es muy reciente y su definición ha entrañado no pocas complicaciones para establecer los límites que lo componen. Desde la sociología, biculturalismo se define como la presencia de dos o más culturas diferentes originales en un mismo país o región. La política oficial de reconocimiento y fomento del biculturalismo se origina en países que han surgido de una historia de conflictos nacionales o étnicos en los que ninguna de las partes ha obtenido una victoria completa y, por tanto, ambas etnias o culturas se veían forzadas a convivir. Este es el caso de los Estados Unidos, cuya identidad surge del conflicto entre indígenas y colonizadores, o el caso de Nueva Zelanda entre los indígenas maorí y los colonos europeos.  

En la sociedad actual, los procesos globalizadores han tenido una gran influencia en el desarrollo de nuevos modelos socioculturales provocando una resignificación del concepto. De este modo, el biculturalismo no solo se aplica a regiones geográficas, sino que incide de manera decisiva en la construcción identitaria de los sujetos sociales. Las grandes oleadas migratorias y los nuevos propósitos educativos de crear ciudadanos globalizados reavivan las reflexiones en torno al desarrollo de una identidad bicultural. Atender las implicaciones identitarias y sociopolíticas que entraña el término nos conduce, inevitablemente, a replantearnos de qué hablamos cuando hablamos de cultura.  

Más allá de los debates originados en torno al concepto de cultura, podemos entenderla dentro de los parámetros propuestos por el reconocido antropólogo Marvin Harris (1999): “una cultura es el modo de vida socialmente aprendido que se encuentra en las sociedades humanas y que abarca todos los aspectos de la vida social, incluidos el pensamiento y el comportamiento”. Esto incluye las costumbres, valores y tradiciones que las personas aprenden del medio ambiente, de la familia y de la comunidad. Los individuos de una misma cultura comparten valores, costumbres, hábitos, rituales, simbología, arte, tecnología, etc. Desde que nacemos, aprendemos e interiorizamos todos los elementos socioculturales de nuestro medio ambiente, integrando todos estos conocimientos que nos vienen dados en la estructura de nuestra propia personalidad. Inevitablemente, el contexto del que formamos parte nos proyecta una imagen de lo que se espera de nosotros. Y es que construimos nuestra identidad a través del espejo en el que nos miramos.  

En 1980, Raymond Buriel y Delia S. Sáenz definieron el biculturalismo como una integración de las competencias y sensibilidades asociadas con dos culturas dentro de un individuo. Desarrollarse y participar activamente en experiencias vitales desde dos perspectivas culturales diferentes genera una dualidad interna que, en la mayoría de los casos, oscila entre el sentimiento de pertenencia y un sentimiento de otredad.  

Los estudios empíricos en psicología demostraron que los sujetos biculturales tienden a experimentar su identidad dual desde dos perspectivas fundamentales. Por un lado, los individuos biculturales perciben sus identidades culturales duales como compatibles y complementarias, en el otro caso, los individuos biculturales describen ambas culturas como opuestas y contradictorias, ocasionando una sensación de confusión y conflicto interno. El biculturalismo puede involucrar sentimientos de orgullo y pertenencia a una comunidad e historia, pero también puede inducir a una confusión identitaria, creación de expectativas múltiples y conflictos de valores.  

Hoy en día, la cuestión del biculturalismo ha afectado irremediablemente el contexto de nuestras escuelas. Cada vez más, nuestras aulas cuentan con la presencia de alumnos que tienen un bagaje cultural muy diverso al español. Muchos de estos alumnos deben enfrentarse a las dificultades que entraña aprender en una lengua diferente a la materna e integrar dos maneras de comprender e interpretar la realidad, así como dos modos de comunicarse y de posicionarse en el mundo. La escuela, como instrumento socializador, es responsable de generar en los alumnos biculturales un impacto positivo en la construcción de su identidad.  

Para garantizar la integración de los individuos biculturales y su pleno desarrollo social, emocional e intelectual, los modelos biculturales de enseñanza tienen como propósito que las personas adquieran las competencias necesarias en dos culturas simultáneamente sin necesidad de hacer prevalecer la una sobre la otra o perder su identidad cultural original. Estudios recientes han demostrado cómo el desarrollo de la competencia bicultural puede ser beneficioso en el desarrollo de una fuerte identidad personal.

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