¿Cómo es trabajar como docente en un centro penitenciario?
A través de la docencia, los presos tienen la oportunidad de conseguir nuevos conocimientos y habilidades útiles para su vida futura. Tienen en sus manos el momento y espacio para un crecimiento personal y cualificado. La educación en los centros penitenciarios se alza como una herramienta clave para activar la reinserción social de las personas que están encarceladas. Ser educador de prisiones contribuye al bienestar social y mejora las perspectivas de reintegración de los presos. Veamos cómo es trabajar como docente en un centro penitenciario:
¿Por qué es importante la educación en el ámbito penitenciario?
Se trata de una gran desconocida donde el educador de prisiones tiene que combinar la empatía, sus habilidades pedagógicas y la comprensión de las necesidades de los alumnos en el ámbito penitenciario. La visión sobre la justicia penal ha cambiado y se ha adoptado un enfoque social que prioriza la reinserción de las personas en la sociedad cuando han cumplido su condena.
Es fundamental promover la educación en los centros penitenciarios como aquella enseñanza que contiene las nociones básicas de lectoescritura, cálculo e incorpora herramientas de expresión y comunicacionales. La educación contribuye al proceso de reinserción social al ser la herramienta para lograr que el proceso formativo produzca una serie de cambios en las actitudes de los presos. Por ello, trabajar como docente en un centro penitenciario representa un gran desafío único que requiere no solo habilidades pedagógicas, sino una gran capacidad de empatía, paciencia y flexibilidad.
El derecho a la educación igual para todos
Está recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y se refiere al derecho al aprendizaje a lo largo de toda la vida. En el ámbito penitenciario, se debe garantizar el acceso a una educación de calidad, desde que entran hasta que salen libres. El derecho a la educación cumple la función de rehabilitación, supone un medio para romper el ciclo de criminalidad, fomentar la reinserción social y proporcionar una serie de herramientas que van a mejorar sus vidas.
¿Cómo es el papel del educador de prisiones?
Para trabajar como docente en un centro penitenciario, es fundamental usar una serie de metodologías educativas prácticas. Es decir, hay que fomentar la participación activa de los presos y adaptarse a sus necesidades. Si se crea un ambiente inclusivo donde todo el mundo sea bienvenido, se traducirá en un éxito para la enseñanza en centros penitenciarios. El educador de prisiones tiene un papel fundamental en la rehabilitación de los presos y en la reinserción en la sociedad. No solo enseñan valores académicos, sino que también actúan como guías o referentes para los presos. Tienen que brindar un gran apoyo, orientar y fijar metas para que el proceso de reinserción social se cumpla.
Funciones que cumple el educador de prisiones
- Acude a reuniones con la dirección del centro: su función de intermediario le aporta una visión sobre los problemas de los presos que están bajo su cargo. Además, aprovecha estos encuentros para proponer a la dirección del centro actividades deportivas o lúdicas.
- Vigila el cumplimiento de las normas: observará las actitudes de cada uno para establecer unas mejoras y pautas en el preso. Registra el progreso o las incidencias de cada uno de los presos.
- Atienda las necesidades: la confianza y la cercanía que se crea en el aula les convierten en las personas que más conocen a los presos.
¿Qué desafíos y recompensas supone trabajar como docente en un centro penitenciario?
Acceder al puesto de educador de prisiones supone lidiar con una serie de desafíos, algunos más difíciles que otros. Estudiantes con experiencias de vida muy duras, varios problemas de conductas o la necesidad de adaptar el currículo a las circunstancias de cada alumno de clase. Además, tienen que adaptar las propuestas pedagógicas al ámbito penitenciario, con permiso de la dirección del centro, que algunas ocasiones es difícil de adaptarlas a ese entorno.
En cambio, trabajar como docente en un centro penitenciario ofrece grandes beneficios. Ser testigo del progreso que pueden tomar algunos de los alumnos, influir de manera positiva en la vida de estos presos y contribuir a reinsertarles en la vida social y laboral. Tomar nuevas habilidades y ampliar nuevos conocimientos, puede servirles de gran ayuda para aumentar sus oportunidades laborales y mejorar su autoestima. Esto último es muy importante ya que trabajar como docente en un centro penitenciario supone convivir con personas que vienen de situaciones violentas, peligrosas o en ámbitos marginales, y reinsertarles puede prevenir que reincidan.